1. Participación y compromiso de la dirección. Es fundamental que cualquier iniciativa destinada a mejorar el ambiente de trabajo cuente con la participación de los superiores y el personal del más alto nivel de la empresa, integrando el diseño de un espacio de trabajo saludable a los objetivos y valores de la compañía. Es importante una mentalidad abierta y dispuesta a reconocer el valor de la salud y el bienestar como parte de la estrategia y la cultura de la organización.
2. Involucrar a los trabajadores y sus representantes. Así como los lugares de trabajo saludables son convenientes para la compañía, tienen como beneficiarios inmediatos a los trabajadores. Incluyéndolos en el proceso de toma de decisiones se evita la mutua desconfianza que generan las medidas unilaterales y se genera un interés genuino de todas las partes para lograr el éxito de las medidas tomadas. Si se adoptan medidas verticales y simplemente se “informa” a los trabajadores de ellas, es probable que se genere una resistencia contraproducente a los objetivos propuestos.
3. Ética y legalidad empresarial. El compromiso de la organización en el cumplimiento de los códigos y leyes de salud laboral es clave para cualquier proceso de diseño de un medioambiente de trabajo saludable. La adhesión a conductas éticas que eviten el daño a los demás, que respeten sus derechos y cuiden su salud son la base necesaria sin la cual ningún proceso de mejora es posible. No es extraño: si la empresa no se preocupa por sus trabajadores, difícilmente éstos se sientan comprometidos con su éxito o su fracaso.
4. Uso de procesos sistemáticos e integrales de mejora continua. Como cualquier proceso de cambio, el diseño de los ambientes laborales saludables requiere de una inversión económica, de tiempo y de recursos humanos. Es necesario comprometerse con la planificación y luego la ejecución de ese plan, manteniendo un equipo responsable que monitoree su cumplimiento y esté atento a los desvíos, cambios y reformulaciones que se requieran.
5. Sostenibilidad e integración. La OMS sostiene que debe integrarse la salud laboral a la planificación estratégica de las organizaciones, asignando recursos específicos, vinculándola a los valores y objetivos de la compañía. Es importante que, así como se evalúan y miden otros aspectos del funcionamiento de una empresa, se haga lo mismo con el bienestar laboral, con un monitoreo continuo, sistemas de gestión del comportamiento y revisiones periódicas de objetivos y resultados en el área.
Como decíamos más arriba, los ambientes de trabajo saludables son un horizonte hacia el cual orientar la acción de todos los actores involucrados en el proceso de trabajo. Aún cuando el bienestar completo sea, en buena medida, utópico, los resultados intermedios que alcanzamos resultan en mejoras perceptibles para la vida de los trabajadores y las organizaciones.
top of page
Buscar
bottom of page
Comentarios